CONVERSACIONES CON EL BÚHO
Rafael Flores Montenegro
LA SIESTA DEL FAUNO
Llevaba cortona la falda. Desde atrás del olmo saqué un ojo.
Me vio y no hizo nada. El sol la lamía en aquella colina del parque. Le puse el otro ojo encima. Se arremangó la falda. Quedé paralizado.
Empezó a mover lentamente las caderas.
Quise acercarme pero estaba atado. Ella entraba en la danza. Sentí la erección como si se moviera la tierra. Bailó y bailó como loca, untándome con su mirada.
Temblé. Los árboles me daban vueltas. No brotó desde adentro. Fue el turbión de una hélice el que me arrancó el esperma. Yo, de rodillas. Un gusto a sal en la boca y mucha saliva.
Ella vino y, ante mi bochorno, en la palma de una mano sopesó mi verga desvanecida. Y me dijo, como otras veces:
-¿Te comió la lengua el ratón?
Bajé la cara por su pubis al socorro de siempre. Cerré los ojos y, sin embargo, la vi de nuevo alzar su falda, moverse despacio, bailar, girar como loca. Y en la otra mano enarbolar el cinto.